De los Arcángeles; Miguel, Gabriel y Rafael, la Sagrada Escritura revela
misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando Su
Rostro, a Él glorifican sin cesar. Son tres de los siete que conforman el coro
angélico de los Arcángeles.
San Miguel, como príncipe de los ejércitos celestiales, fue entendido
como particular defensor del Pueblo elegido (Dan 10,21; Ap 12,7ss). Miguel
quiere decir: ¿Quién como Dios? O "Nadie es como Dios". Es decir: ¿quién es tan grande, tan amable y justo como Dios?. Y de ahí
podemos vislumbrar su misión y su importancia. En la Iglesia, la veneración a
San Miguel Arcángel se remonta al primer siglo. Es representado como el Ángel
guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su pie sobre el enemigo
infernal, amenazándole con su espada o traspasándolo con su lanza. Se le suele
representar con una balanza, pues es defensor de la justicia y su fiesta es la
más antigua de las instituidas en honor de los ángeles, la única que se
celebraba en los primeros tiempos. Se le venera como quien derrotó a Satanás y
sus seguidores y los echó del cielo. Es reconocido como guardián de los
ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los
cristianos contra los poderes diabólicos. Así mismo como el ángel de la
plegaria y de la adoración y como presentador de las almas de los difuntos a la
luz del Paraíso, “la luz santa prometida a Abraham y a su descendencia”. La
Iglesia nos enseña que este Arcángel está puesto a custodiar el paraíso y
llevar a él a los que podrán ser recibidos allí. A la hora de la muerte, se
libra una gran batalla, ya que el demonio tiene muy poco tiempo para hacernos
caer en tentación, o desesperación, o en falta de reconciliación con Dios. En
este momento, San Miguel, está al lado del moribundo defendiéndolo. San Miguel
es nuestro protector y para ello es poderoso y bondadoso. Su bondad, es tan
grande como su poder. Bajo sus órdenes, todos los ángeles trabajan por la
protección de los hombres. Aquí sería bueno preguntarnos: ¿nosotros nos
empeñamos tanto como ellos en nuestra propia salvación?
El Arcángel Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, su
nombre significa: "Dios es mi protector". A este Arcángel se le
nombra varias veces en la Biblia. Él fue el que le anunció al profeta Daniel el
tiempo en el que iba a llegar el Redentor. Dice así el profeta: "Se me
apareció Gabriel de parte de Dios y me dijo: dentro de setenta semanas de años
aparecerá el Santo de los Santos" (Dan. 9). Al Arcángel San Gabriel se le
confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna:
anunciar a la Virgen María el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su
maternidad divina. Cuando se le apareció a Zacarías para anunciarle que iba a
tener por hijo a Juan Bautista se presentó así: "Yo soy Gabriel, el que
está en la presencia de Dios" (Luc. 1, 19). Gabriel: en hebreo
significa "Dios es fuerte", "Fortaleza de Dios". San Lucas
dice: "Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, a
una virgen llamada María, y llegando junto a ella, le dijo: ‘Salve María, llena
de gracia, el Señor está contigo’. Ella se turbó al oír aquel saludo, pero el
ángel le dijo: ‘No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas
a concebir un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será Hijo del Altísimo
y su Reino no tendrá fin’". San Gabriel es el patrono de las
comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella
noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.
El Arcángel Rafael significa “Medicina de Dios”. Tiene un papel muy
importante en la vida de Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía
que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un
mensajero de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a
Dios, dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien
y no dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a
Tobías en su viaje. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por
las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.
La fe
católica y la aceptación de la Biblia conducen de modo necesario a considerar a
las criaturas angélicas como otras más de las obras de Dios. Los ángeles se
encuentran presentes de tal modo en la historia de la relación de los hombres
con Dios, que si negáramos su existencia nada de esa relación se podría
sostener. Aparecen, de hecho, junto al hombre con toda naturalidad, como un
elemento más de la existencia sobrenatural y trascendente del hombre que nos ha
sido revelada. Y su presencia es habitual: unos personajes espirituales, según
se desprende de su comportamiento –no están sujetos a las leyes físicas como el
hombre– que, en ocasiones, se designan por su nombre propio, como es el caso de
Miguel, Gabriel y Rafael. Los vemos al comienzo de la historia de la salvación,
en el Paraíso, y en otros numerosos momentos de esa historia, casi siempre como
mensajeros de Dios. Especialmente significativo, en este sentido, es el anuncio
de la Encarnación del Hijo de Dios a María, por medio del arcángel Gabriel, con
lo que dio comienzo la singular y salvadora presencia de Dios en el mundo. El
mismo Jesucristo habla de ellos varias veces. Por ejemplo, cuando se refiere al
fin del mundo: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos
sus ángeles... Pero antes habían aparecido ya en gran número con ocasión de su
nacimiento, anunciando el hecho a los pastores de Belén; le sirvieron en el
desierto después de su ayuno y de haber sido tentado por el diablo; un ángel le
confotará en la agonía de Getsemaní; están presentes junto al sepulcro de
Cristo resucitado; cuando ascendió finalmente a los cielos, ángeles hacen caer
a sus discípulos en la cuenta de la realidad que vivían, para que comenzarán
sin más dilación la extensión del Evangelio.
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