martes, 15 de mayo de 2012

FIESTA DE SAN ISIDRO TEHUITZINGO PUE

Esta parroquia fue fundada el 16 de agosto de 1994 por Mons. Felipe Padilla Cardona. Anteriormente pertenecía a la parroquia de San Miguel Tehuitzingo, y el 18 de agosto del mismo año en solemne ceremonia religiosa se le dio el nombramiento de PARROQUIA DE SAN ISIDRO LABRADOR.

 Hasta la fecha actual, han pastoreado esta nueva parroquia 5 sacerdotes que con nombramiento de párrocos han estado cerca del caminar pastoral de esta feligresía. Ellos son:


v          P. Procopio Aragón Osorio
v          P. Javier Mario Sosa Onofre (+)
v          P. Esteban Andrade (+)
v          P. Juan de Jesús Ortiz
v          P. Hilario Reyes Vargas

La parroquia de San Isidro Tehuitzingo tiene un periodo de 18 años de vida pastoral,  tiempo en el que se ha ido estructurando una evangelización que esté insertada en el proceso de la diócesis y del decanato No. IV.

 El patrón de la cabecera parroquial es San Isidro Labrador quien es festejado por sus fieles el 15 de mayo. Esta imagen era ya venerada desde el año de 1950 en la antigua capilla de la sección 4ta. Es probable que dicha imagen haya sido donada por Dn. Jesús Rosado que era residente en el Distrito Federal y por contraer matrimonio con una mujer de la sección IV de Tehuitzingo.

(Alrededores de Madrid, hacia 1080 - Madrid, 1130) Aunque no se tienen demasiados datos biográficos sobre el santo, parece ser que vino al mundo en el seno de una familia humildísima, poco antes de la reconquista de Madrid, en una casa situada donde en la actualidad se halla la calle de las Aguas. Quedó huérfano muy pronto, así que el joven Isidro se buscó el sustento con trabajos como el de pocero hasta que finalmente se empleó como labrador.

Cuando Alí, rey de Marruecos, atacó Madrid en 1110, Isidro hizo como muchos otros y se trasladó a Torrelaguna, donde continuó con el mismo género de vida, dedicada al trabajo y a la oración, que había llevado hasta el momento. Fue precisamente en la parroquia de esta localidad donde contrajo matrimonio con una joven llamada María, natural de Uceda, cuya dote matrimonial fue una heredad en su pueblo natal, lo que fue causa de que los esposos se establecieran allí para trabajar las tierras por cuenta propia.

 Aunque Isidro era piadoso y devoto, su esposa no le iba a la zaga a este respecto, ni tampoco en cuanto a laboriosidad, todo lo cual hizo que se granjearan la predilección de Dios, que los benefició con su ayuda innumerables veces, como cuando salvó milagrosamente a su hijo único que había caído en un profundo pozo o cuando permitió a María pasar a pie enjuto sobre el río Jarama y así librarse de los infundios de infidelidad que contra ella lanzaban las gentes.

En 1119, Isidro volvió de nuevo a Madrid, y entró a trabajar como jornalero agricultor al servicio de un tal Juan de Vargas. Estableció su morada junto a la iglesia de san Andrés, donde oía la misa del alba todas las mañanas y, luego, atravesaba el puente de Segovia para disponerse al duro trabajo de roturar la tierra con el arado. Se dice de él que daba cuanto tenía a los indigentes y aún a las palomas hambrientas cedía las migajas de pan de las que se alimentaba.

 Con el correr del tiempo decidieron los esposos separarse para llevar una vida de mayor santidad; marchó así Isidro a Madrid, mientras María quedaba en Caraquiz consagrada al cuidado de la ermita, la cual barría y aseaba diariamente, al tiempo que pedía limosna para costear el aceite que alumbraba la imagen. La separación duró hasta la última enfermedad del santo, cuando María tuvo noticia por un ángel de la muerte de su marido. Corrió presta a la Villa y no se separó del lado de su esposo hasta que éste exhaló su último aliento. Luego volvió a Caraquiz y, después de unos años, también murió.

 A Isidro, como pobre de solemnidad que era, se le enterró en el cementerio de la parroquia de san Andrés, en una tosca caja de madera sin cepillar. Transcurridos cuarenta años, como los prodigios de Isidro seguían corriendo de boca en boca, ante la insistencia del pueblo, se exhumó el cuerpo y se le dio sepultura en el interior del templo. Se vio entonces que, a pesar del tiempo transcurrido y de haber estado expuesto a las inclemencias meteorológicas, todavía se conservaba entero y de color tan natural como si estuviera vivo, prodigio que se ha podido comprobar en las múltiples traslaciones que de su cuerpo se han hecho.

Cuando Alfonso VIII vino a Madrid tras haber derrotado al moro en las Navas de Tolosa, ordenó que el cuerpo fuera colocado en un arca bellamente policromada con escenas de la vida de Isidro. La beatificación, pronunciada por Paulo V el 14 de junio de 1619, a instancias de Felipe III, fue un acontecimiento de largo tiempo esperado por el pueblo madrileño.

El 19 de junio de 1622, Isidro, que en la memoria del pueblo ya era santo, fue canonizado por el papa Gregorio XV, junto a santa Teresa, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier y san Felipe Neri. En 1657 el arquitecto fray Diego de Madrid comenzó a levantar la capilla de san Isidro, destinada a contener la urna del santo, cuyo traslado se produjo definitivamente en 1669. El 4 de febrero de 1789, Carlos III ordenó que la urna fuera instalada en el antiguo Colegio Imperial, que pasó a llamarse entonces Iglesia Real de San Isidro, y que luego sería la catedral de Madrid.

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